jueves, 29 de agosto de 2013

Carpitulo XI: Clase de esgrima

El conde de la Fere se encontraba con Phillipe. Habían caminado durante varios minutos hasta que llegar a un lugar amplio , de pasto verde alto pero no tanto como impedir que se pudiese caminar con facilidad y por sobre todas las cosas estaban lejos de distracciones para el muchacho. Era hora de ponerse a trabajar en el plan y las distracciones no eran más que pedidas de valioso tiempo.

- Phillipe - la voz del conde se escucho con seguridad

- Si señora - contesto el joven acercándose al hombre

- Vamos a comenzar con tus clases de esgrima - el ex mosquetero de pelo rubio entrecano tiro a los pies del muchacho un florete - tómalo

El joven príncipe tomó la espada para practicar y siguió el instinto de como debía tomar aquella arma. Athos se sonrío y se acomodo al lado del joven para poder acomodarle el arma en la mano.

- Siempre debes tomar bien la espada que te den , no importa el peso si tiene filo o no , cuando tu tienes un arma en la mano puede ser peligrosa para el oponente como para nosotros mismo y estoy seguro Phillipe que no quieres herirte con tu propiedad espada ¿Verdad?

- Claro que no quiero eso señor - respondió Phillipe con mucha seguridad.

- Muy bien , ahora que ya tienes el florete bien tomado en tus manos lo segundo que debes saber como defenderte - el conde de La Fere tomó la otra mano del joven y le coloco un escudo - para poder ser un buen espadachín debes saber como defenderte, no por atacar se gana un duelo sino por el uso del cerebro. Recuerda debes tener tu espada en la mano más ágil y el escudo en la mas torpe

El muchacho se quedo cayado mirando tanto el florete como el escudo y con sus entrecejo fruncido levantó la cabeza para poder ver a su maestro.

-Las armas realmente son pesadas señor

lunes, 19 de agosto de 2013

Capitulo X: Las Cartas

Mientras que los mosqueteros estaban en su trabajo de entrenar a Phillippe en la capital francesa, se encontraba su majestad el rey Luis XIV en el comedor principal acompañado por sus asesores reales y ambas reinas, todos reunidos para el tomar el desayuno.

Como era de costumbre cuando el joven monarca estaba molesto comía en un total silencio que  demostraba lo irritado que se hallaba. 

Su nivel de paciencia que era escaso se estaba acabando con cada día que pasaba.

-¿Hay alguna novedad sobre D'artagnan? - preguntó el rey mirando a sus asesores reales.

- No su majestad, no hemos podido saber nada sobre él - contesto Fouquet en tono apenas audible

- Yo creo que no volverá, el capitán seguramente está con sus viejos amigos – habló Colbert con aquel tono de voz que dejaba ver el nivel de ponzoña que acompañaba a sus palabras.

Capitulo IX: Cuenta regresiva

El sol se asomaba por el horizonte y así los gallos lo anunciaban con su canto matutino.
Aquellos hombres también se habían levantado como los rayos del sol como si fueran a cantar junto a los gallos, pero no, ellos no cantaban si tampoco tenían que avisar sobre el alba a nadie, los años de costumbre no los dejaban dormir más de lo necesario.

El primero en llegar ansioso por las ideas que se iban superponiendo en su mente fue Aramis, con aire enérgico dispuesto a llevarse aquel día soleado por adelante. Nada ni nadie podrían echar a perder su plan. Claro que no, ya que Dios estaba de su lado y por sobre todas las cosas estaba haciendo esto por su pueblo, por Francia.

- Buenos días - saludo el Conde de la Fere con una sonrisa en los labios, por primera vez en aquellos días Athos parecía estar un poco más tranquilo y aquello se debía a que había recuperado la amistad de su mejor aliado y amigo de años.

domingo, 18 de agosto de 2013

Capitulo VIII: Pan , rojo y tal vez azul.


Habían sido horas más que turbulentos en la vida del gascón pero él estaba muy lejos de caer rendido a los brazos de Morfeo sino todo lo contrario estaba decidió que antes de dormir debía de escribir la carta para su majestad el rey. Conociendo a Luis aquello podía ser su salvo conducto pero, porque siempre habían peros, el joven monarca tenía que estar de humor y D'artagnan temía que lo de la audiencia no se pudiese llevarse a cabo tan fácilmente.

Luego de unos cuantos minutos el mosquetero termino de escribir una carta convincente para el joven monarca e impulsado por aquella carga de emociones también dedico unas cuantas letras para su majestad la reina madre en una hoja aparte. 

Dejo ambas cartas sobre la mesa de madera que tenía en el cuarto, a pesar de que su cuerpo pedía descanso su mente no podía dejar las ideas tranquilas así que, sin deliberar más salió de su habitación rumbo a la cocina en donde estaba seguro que encontraría al mensajero. El mosquetero recordó que Aramis le había dicho que podría encontrarlo allí y si no estaba, lo buscaría por toda la casona si fuera necesario. Las cartas debían llegar a Paris lo antes posible porque de otra manera su cabeza no tendría paz.

martes, 13 de agosto de 2013

Capitulo VII: ¿Que hago yo?


Los tres amigos junto al muchacho aún permanecían en la habitación que les había servido como comedor. 

Porthos era el mayor responsable de que las botellas de Oporto que se encontraban sobre la mesa estuviesen vacías, estaba tan alegre que su felicidad no delataba lo tan borracho que se encontraba.
Athos por su parte no se había dejado llevar por el vino como cuando era joven, si era verdad que había tomado porque tenía motivos para hacerlo pero se limitaba a lo que su cuerpo podía resistía, ya no era joven y hacía años que no tomaba en gran cantidad por lo que su resistencia a aquella bebida de color roja no era la misma de ante años.

Aramis con los brazos detrás de su espalda caminaba de un lado hacia el otro de la habitación. No había bebido como Porthos pero tampoco como Athos. Fuera como fuera el Oporto no había logrado calmar sus nervios

- ¿Y dónde es que se ha podido meter D'artagnan? - la intranquilidad del obispo no paso invertida para sus amigos.

- Vamos Aramis respira y tomate otra botella de vino, sabes que el gascón simplemente fue a dar un paseo. Yo tomo vino y él toma aire - se rio alegre Porthos -  y tu caminas que vas a dejar un agujero en el piso.

El conde se sonrío pero no dijo nada, aquella sonrisa la oculto muy bien detrás de una de sus manos aunque no había pasado inadvertida para Porthos quien parecía divertido  por la situación.
El obispo muy serio se quedó mirando a sus amigos intentado poner su mejor cara de tranquilidad y paz. La verdad era que Harbley perdía los estribos muy rápido.

 Phillippe que de a poco iba conociendo a esos hombres se iba dando cuenta de que cada uno tenía unos caracteres muy distintos el uno del otro. Si eran cuatro hombres, cuatro hombres que eran totalmente diferentes entre sí pero que se complementaban tan bien.

- No entiendo sus risas, hasta que D'artagnan no aparezca ninguno de nosotros tres se puede ir a descansar, necesito rearmar el plan esta misma noche. Es muy importante que charlemos esto señores - Aramis miro hacía donde se encontraba el muchacho - en cambio tu deberás irte a dormir que te esperan días largos y no puedes quedarte desvelado.
 
Athos quien se encontraba en la ventana diviso la figura iluminada por la luna  de su mejor amigo y se giró rápidamente sobre sus talones para tomar lugar en la mesa.

- No tendremos que esperar demasiado para irnos a dormir porque nuestro amigo está regresando - el conde se sonrió de costado - a D'artagnan se lo llama con la mente

Porthos negó con la cabeza ante las palabras del Conde de La Fere mientras agarraba el cuerpo de una de la botella de vino a medio tomar y no encontrar un vaso para servirse alzó su vista para ver a su amigo.

- Eso lo dirás tu porque lo que es yo hace más de cinco años que no lo veo y ya ni si quiera me acuerdo cuando fue... – el obelix hizo una pequeña pausa y tomo del pico de la botella - oh sí, creo que fue en nuestro viaje a Inglaterra - habló el señor de Du-Vallon vertiendo el contenido en el vaso de Aramis. Si algo tenía claro era que tenía que calmar al obispo fuera como fuera.

- ¿Ya hace cinco años de aquel viaje? - Athos dejo escapar un pesado suspiro de los labios y sintió aquella soledad  de golpe sobre los hombros. Ahora no tendría a Raúl esperándolo en la casa. Ya nada sería como antes. El conde miró a  Porthos para que también llenara su vaso.

Aramis sintiendo los pasos que se aproximaban a la habitación y tomo su lugar en la cabecera de la mesa justo en el momento en que cual D'artagnan hacia su aparición con el rostro mucho más sereno.

-¡Míralo a él! - Porthos se levantó de la silla para pasar su brazo por el cuello del mosquetero y chocando su vaso contra el pecho del mosquetero le sonrió antes de volver a mirar al Conde de La Fere - este tiene un pacto con el diablo, cinco años más o cinco años menos y él sigue igual de mozalbete

El gascón miró a su amigo con una sonrisa de complicidad, no necesitaba que nadie le avisara sobre el estado en el que se encontraba el obelix del grupo. Así que siguiendo aquel juego y ayudándolo a que no terminara en el suelo paso su brazo por la espalda de su amigo para ayudarlo a llegar nuevamente a la silla.

- No es verdad querido amigo, a mí también me pesan los años porque no es lo mismo cinco años más que cinco años menos lo puedes ver la sobrepoblación de canas que me han aparecido  - D'artagnan dejo con cuidado a Porthos en la silla y luego se llevó la mano a su cabello para mostrarle que él también la edad le estaba pasando factura.

- Pero aun tienes pelo - sin quererlo o queriendo todos miraron a el conde de La Fere quien se sitio más que aludido en aquel momento y se indignó por ser el centro de la atención por su calvicie.

- Es mejor estar calvo que estar ocupando más espacio dentro de los carruajes señor Du-Vallon ¿O dígame que usted eso no lo había notado? – preguntó Athos un poco molesto

- No es ninguna novedad que yo esté más fuerte que ustedes porque yo disfruto de comer y beber algo que ustedes nunca hicieron. Amo tanto la comida como acostarme con mujeres. No vamos a ocultar eso ¿o sí? - respondió el aludido bebiendo nuevamente de la botella- aunque está claro que si me acostara con más mujeres que comer quizás estuviera tan flaco como Aramis.

D'artagnan se mordió el labio superior para no reírse por la cara de inocencia que colocaba  Porthos mientras que Athos colocaba sus ojos en blanco. El vino entre el señor de Du-Vallon y el señor de La Fere no siempre era bueno con ellos menos cuando se ponían a discutir sobre asuntos filosóficos.
Aramis estaba por poner punto final aquella palabrería pero el mosquetero levanto la mano para dar a entender que él lo haría.

- Caballeros por favor no es bueno que el futuro rey de Francia los vea pelear, así que señores un poco de compostura les pido porque la verdad es que todos aquí estamos más viejos – comenzó a hablar D'artagnan en un tono tranquilo y relajado - hasta nuestro querido señor de los cielos  le pesan los años como a todos nosotros, es sabido que ya no monta a caballo porque ya su agilidad no lo deja y por eso mismo usa los carruajes con tanta frecuencia – el mosquetero termino de hablar muy serio pero luego de un segundo se rio sentándose al lado de Phillippe, quien no pudo evitar reírse también.

- Podrían dejar ser tan críos todos ustedes – el obispo de Vannes se paró de su asiento bastante fastidiado porque hasta a él le había llegado la revisión sobre su estado físico y en aquel momento estaba allí para tomar las riendas de un plan importante para Francia, no para jugar con sus amigos como si la gente no los necesitaran y todo fuera maravilloso - La edad nos ha afectado a todos en efecto, no discutiré con ustedes sobre esto porque sería negar una verdad, estamos más gordos, calvos y canosos pero seguimos siendo los mismo hombres que hace veinte años atrás así que pongamos fin a esta discusión absurda.

El gascón sin poder evitarlo alzo una de sus cejas y miró al obispo con aquella sonrisa traviesa digna de cualquier hombre proveniente de Gascuña. La inteligencia para la diversión ante todo.

- ¿Todo eso que has dicho señor padre es por las características que reúnes tú? – el mosquetero hizo aquella pregunta mirando serio a su amigo mientras hundía su nariz en el interior del vaso.
Porthos que estaba enfrente del mosquetero se rio estrepitosamente y saludo con el vaso de vino antes de tomar en honor aquellas palabras.

-Lo siento padre pero me lo ha dejado a tiro de cañón y no pude resistirme - D'artagnan se peinó el bigote con sus dedos índice y pulgar disimulando la sonrisa - Estamos viejo y esa es la única verdad caballero, ahora antes que el señor obispo nos mate dejémosle proseguir con lo que tenga que decir.

Aramis se acomodó el pañuelo mirando al mosquetero y con un movimiento de cabeza agradecido por haberle cedido la palabra. Se irguió y miro a los hombres que se encontraban en aquella habitación.

- Con la llegada de D'artagnan nuestros planes se han modificado, no mucho pues a decir verdad y no por pecar de arrogante yo estaba más que seguro que nuestro amigo tarde o temprano se iba a reunir con nosotros. - Aramis no pudo ocultar la felicidad de que las cosas le hubiesen salido más fácil de lo que él hubiese pensado y prosiguió - Ahora con su ayuda mientras nosotros trabajamos en la educación de Phillippe, D'artagnan desde Paris nos ayudara con la información y accesos al palacio.

El mosquetero dio un suspiro bastante fuerte cosa que hizo que sus amigos y su hijo lo miraran. Sin preocuparse de las miradas se acomodó en la silla y con la mejor de sus sonrisas miro al abate.

- Lamento informarte Aramis que ya no cuento con el acceso al palacio. Al enterarme sobre la verdad de Phillippe hice lo primero que sentí y lo primero que sentí es que debía ir detrás de ustedes

El obispo coloco ambas manos sobre la mesa mirando fijamente al gascón, el conde quien se encontraba entre ambos hombres coloco una de sus manos sobre el brazo del obispo, no creía que Aramis fuera a perder los cabales tan fácilmente pero uno nunca sabía que podía pasar.

- ¿Qué quieres decir ya no cuentas con el acceso al palacio D'artagnan? – pregunto el obispo intentado sonar sereno

-Quiere decir que abandone el palacio a media noche más o menos, no he dejado ni orden ni carta ni nada que pidiera disculpas por mi ausencia.  No le he avisado al rey ni Andre, mi teniente. Nadie sabe porque me marche ni porque lo hice.- el capitán hizo una pequeña pausa y miró hacia la ventana -  Ya han pasado las suficientes horas como para que el par de cuervos y en especial Colbert estén pidiendo mi cabeza en la corte. Me temo que Luis es rápido de carácter y sus cóleras se cobran vidas la mayoría de veces. - el mosquetero hablo tan tranquilo y tan seguro de sus palabras que Aramis sintió frio por sus venas. Entrar al palacio iba hacer tan difícil con o sin D'artagnan allá.

- Pero ¿Por qué demonios te has ido así? ¿Que acaso tú no piensas? - el obispo golpeo fuertemente con su puño la mesa haciendo que saltaran los platos más próximos a él y se dejó desplomo en la silla - ¡Ahora deben estar detrás de ti!

Porthos que hasta ese momento se había quedado callado se arrimó al mosquetero y lo miro muy curioso.

- ¿Te estabas escapando? - preguntó en voz alta y luego de unos segundos sirviéndose más vino se sonrió de manera muy picara – No estas mintiendo, estoy seguro que la reina sabes porque te fuiste. Ella te conto sobre Phillippe.

- No, no me estaba escapando simplemente sentí que debía venir con ustedes porque estarían con el muchacho. Sabía cómo encontrar a Aramis y si perdía más tiempo con despedidas diplomáticas podría no haberlos encontrado. A veces uno debe seguir a su corazón  – el  mosquetero hizo una pequeña pausa sintiéndose bastante incomodo por la observación de Porthos. Lo había agarrado en cuanto a la verdad sobre la reina y eso hizo que se moviera en la silla tosiendo para aclararse la garganta – Si, ella me conto sobre nues….Phillippe por lo tanto  sabe por qué deje el palacio. De todas maneras mi cabeza sigue estando en juego. 

Todos cayeron en un silencio fúnebre e incómodo aquel tema era bastante delicado para todos. D'artagnan representaba ante todos y toda Francia la figura de servidor fiel y devoto a la corona. Un hombre valiente que había desenvainado la espada en muchas batallas para ganarlas en nombre de Francia, daba su vida por la familia real. Era el ejemplo del soldado francés perfecto. Pero ahora sabían que aquella devoción era puramente el amor incondicional a un lazo de sangre. Si aquello llegaba al pueblo el escándalo prendería hogueras y rodarían cabezas.

- ¿Si él caballero D'artagnan pide el perdón del rey? - se escuchó tímidamente la joven voz de Phillippe. 

El mosquetero miro a su hijo de manera tierna pues las palabras del muchacho eran demasiado utópicas, el perdón del rey a veces era el destierro y el gascón conocía mucha gente que había corrido con aquella suerte. Entre Luis XIII y ahora Luis XIV grandes amigos de la reina madre habían terminado desterrados de París ó de Francia por la furia o celos de los reyes.

Aunque tres de los cuatro amigos aquella pregunta de Phillippe la habían tomado como la simple pregunta de un niño inocente que no conocía el mundo para el señor Conde aquello podía ser más que una salida viable y caballerosa.

- La idea del muchacho no es mala, tal vez podamos contar con la bondad del rey. – Aquellas palabras salidas de los labios de Athos eran algo chocante sabiendo que él era el primero que lo quería muerto – Luis debe tener cierto aprecio por D'artagnan, con cualquier otro cortesano u hombre en Francia no hubiese dudado en dar la orden u estamos muy seguros que Aramis ya sabría la noticia pero siendo nuestro amigo el capitán de los mosqueteros aun necesario para él. D'artagnan podría pedir una entrevista con Luis y así volvería al palacio.

Al mosquetero le costaba darle la razón a Athos por aquella observación más teniendo en cuenta el recelo y el odio que el viejo hombre sentía por su monarca pero en aquel momento no podía hacer más que darle la derecha a su amigo. El señor de La Fere siempre había sido un hombre diplomático y con planes viables.

- Tienes razón podría pedir una audiencia con su majestad ¿Cómo puedo ayudar yo con eso? No le veo sentido, Luis no perdonara tan fácilmente menos sus cuervos - el gascón miro a su amigo bastante curioso intentando encontrar algún tipo de respuesta

- Por el simple hecho que tú con lo terco que eres, eres capaz de salir airoso de esto y conservaras tu puesto como capitán de mosqueteros. – Contesto el conde con total naturalidad – tal vez  su majestad la Reina Madre pueda ayudar a que el rey te perdone.- hizo una pequeña pausa el hombre mirando a su mejor amigo -  si aquello falla tendrás el conocimiento para escapar  y reunirte aquí con nosotros para seguir educando a Phillippe hasta que él tome el lugar de su hermano y tú  puedas recuperar tu puesto en la corte.

D’artagnan miro al conde con el entrecejo fruncido. Luis no iba perdonarlo y apelar a Ana de Austria no era su salvación.

- No tengo duda de que tu plan no sea el más acertado Athos pero y si mejor busco alguna otra salida como que me han herido

Aramis puso los ojos en blanco al escuchar la alternativa de D'artagnan al plan del Conde.

- Capitán todos conocemos como es el carácter de Luis y de la forma en la que te has marchado del palacio podrías enviar una nota diciendo que te has roto una pierna o te han disparado y así todo no sonara para él algo totalmente convincente. – El obispo suspiro pesadamente - su majestad te estará buscando  al igual que nos busca a nosotros  ¿Me equivoco D'artagnan?

- Luis me encargo personalmente que los buscara a cada uno y que los llevara ante él.- D’artagnan se mordió el bigote y volvió a mirar a sus amigos -  Pero me opuse rotundamente. No pondría enviar la cabeza de mis amigos en una mazorca por el capricho de mi hijo. De todas maneras no entiendo a dónde quieres que llegué con esto Aramis.

- Podemos usar ambos planes para convencer a Luis y que no dude de su mano derecha. Necesitamos un infiltrado en la corte y tú eres el mejor para ser nuestro espía D'artagnan. Tienes los contactos, la gente te respeta, sabes lo que piensa Luis y cuentas con…-el obispo hizo una pequeña pausa buscando algo en su cabeza hasta que lo encontró - la amistad de la reina madre. Así que harás esto, escribirás una carta y en ella le dirás al rey que has meditado sobre sus sabias palabras y sin dudarlo ni pedir permiso has ido detrás de nosotros para servirle en bandeja de plata nuestra cabeza. Obviamente no nos has encontrado y en cambio en donde creías que estábamos nosotros te hemos tendido una emboscada, así que ahora estas mal herido y es por eso que te has demorado en notificarlo, agrega a de más que has reventado tu caballo por lo que tampoco puedes volver pronto.

- No es mala idea después de todo - el mosquetero ladeo la cabeza de un lado al otro aunque seguía pensando que no la iba a involucrar a ella en el plan.

- Si  Dios quiere tendremos a D'artagnan a dentro del palacio y todos nosotros listos para entrar en acción en el próximo baile que de su majestad.

- ¿El próximo baile? - pregunto Porthos alzando la cabeza para mirar al obispo - pero eso es poco tiempo

- Si sé que es poco tiempo pero es el necesario y justo para que Phillippe aprenda cada detalle sobre la corte y por sobre todo imitar a Luis. Esta es nuestra oportunidad y cada uno aquí tiene su lugar. Este es un gran tablero de ajedrez y todos somos importantes aquí.

Entre el mosquetero, el conde y el barón intercambiaron una miradas de incertidumbre. Ellos estaban tan asustados como Phillippe, era poco tiempo para que el pobre muchacho aprendiera a ser idéntico a su hermano pero la realidad era que ninguna se atrevía a oponerse al plan de Aramis en aquellos momentos, todos habían dado ya sus palabras y con ello ya no podían romper aquel juramento.

-Entonces esta todo más que claro que haremos cada uno en esto pero... - el gascón se detuvo para mirar a los ojos del abate - mientras esperamos la respuesta sobre su majestad. ¿En que los ayudare aquí?

- No lo sé quizás el Conde quiera dar su opinión sobre esto

- Tú has dividió las tareas Aramis, tu eres el de los planes yo solo acciono recuérdalo – Athos se paró de la silla para estirar sus piernas. Si algo había aprendido con los años era en no meterse en las estrategias de su amigo.

- Entonces siendo así, D'artagnan tu puedes darle clases de esgrima a Phillippe mientras esperamos que nos llegue algún tipo de respuesta desde la capital y si no llega en los próximos dos días partes para Paris.

El gascón negó con la cabeza mirando fijamente a Aramis.

- Claro que no, Athos está aquí. Dicen que soy bueno con la espada pero entre nosotros cuatro sabemos que él es mejor y además estoy seguro que lo mejor sería que él debe ser el tutor de Phillippe. El rey debe tener el mejor maestro

- Si tu deseo es que Athos le enseñe a Phillippe entonces tú durante estos días serás el maestro de equitación de Phillippe, Porthos se ocupara del manejo de las armas de fuego mientras yo me ocuparé de los detalles del plan.

El barón de Du Vallon se paró de la silla y palmeo fuertemente con la mano la espalda de muchacho.

- Que suerte muchacho, tienes a los mejores maestros que podrías desear. El mejor espadachín y al mejor... ¿Cómo se dice al que monta caballos? - sacudió la cabeza como buscando las palabras - el mejor jinete de toda Francia te enseñara a montar y además es tu padre, puff te has ganado la lotería campeón. - el hombre corpulento tomo otra botella de vino a medio camino - y yo os enseñare a beber, hasta podrás disparar ebrio y todo dándole a lo que quieras

La cara de Aramis en aquel momento era para retratarlo, quería matar a su mejor amigo. El gran Porthos enseñándole al futuro rey como debía beber, si no fuera porque aquello lo mantenía tranquilo y contento ya hubiese hecho desaparecer las botellas de Oporto de la vista del barón. 

- Bueno señores podemos retirarnos cada uno a su cuarto que mañana será un gran día

Los cinco hombres movieron la cabeza asintiendo a las palabras del obispo.

 D'artagnan estaba listo para irse a dormir pero había un problema, giró sobre sus talones y miró al anfitrión.

- Dos últimas preguntas querido amigo. ¿Cuál es mi habitación si eres tan amable de indicarme? ¿Y qué hago con la carta para su majestad?

- Querido Capitán - Aramis pasó su brazo por el cuello de Porthos para ayudarlo a caminar - su habitación se encuentra al lado de la de Athos y enfrente de la de Phillippe. En cuanto a la carta se la puedes entregar a Jonathan, es un chico de mi confianza. Lo encontraras en la cocina en estos momentos. Si lo deseas puedes escribirla ahora y dársela - comenzó a caminar arrastrando a un feliz Porthos.- ahora con su permiso señores tengo carga que llevarme. Válgame Dios cuando será el día o la noche que no tenga que cargarte ¿eh? - se escuchó quejarse al obispo subiendo las escaleras hacia las habitaciones.

Por su parte Athos, D'artagnan y Phillippe abandonaron la sala comedor para ir también a sus recamaras y allí descansar.



lunes, 12 de agosto de 2013

Capitulo VI: Reflexiones de M. D'artagnan

 Reflexiones de M. D'artagnan

La cena que se había llevado a cabo en la casa central de aquella comunidad jesuita fue  rápida y en paz.
El aire que se respiraba era totalmente armonioso entre los comensales, nada que ver con la intensidad con la que se habían reencontrado aquel mismo día. La venganza y la desconfianza se había esfumado totalmente entre aquellos viejos amigos. 

El vino y la buena vibra los había transportado a los viejos tiempos en los que luchaban hombro a hombro por una Francia mejor, por ideales de juventud y porque la recompensa no se pesaba en oro sino en momentos de adrenalina. 

Porthos se encontraba muy feliz no solo por las botellas de Oporto que había consumido sino porque la felicidad se había apoderado de su cuerpo y ahora sentía que tenía objetivo para pelear, en cuestión de horas había dejado de ser un hombre viejo y resignado que se limitaba a esperar la muerte. Ahora sentía que era capaz de ganar una guerra él solo.

Por su parte Aramis a pesar de que estaba aún neurótico por las noticias que lo rodeaban, por planes que iban y venían por su cabeza se tomó aquella noche para relajarse y disfrutar de la compañía de sus amigos, solo sería esta noche porque mañana apenas saliera el sol ya estaría reacomodado de nuevo su plan para sentar a Phillippe en el trono de Luis. 

Por otro lado estaba el conde de La Fere quien intervenía en las conversaciones de Porthos, pero también ayudaba al gascón a que se relajara con hijo. Athos seguía pensando en Raúl por lo que pretendía que su mejor amigo disfrutara de cada segundo como padre porque el tiempo era algo extraño que se escapaba de las manos la mayoría de las veces. Ahora sabiendo la verdad y viendo todo en retrospectiva D’artagnan no sabía cómo ser padre y necesitaba tanta ayuda como la de Phillippe para aprender cómo ser rey. El conde sabía que Raúl no volvería pero tenía que vivir para que su muerte no fuera en vano.



- Con su permiso - dijo el mosquetero luego de haber escuchado el final de una anécdota del señor Du-Vallon  - voy estirar las piernas, es la costumbre que tengo después de comer y luego de un largo día arriba del caballo lo necesito  - el mosquetero no permitió que ningún hombre de aquella sala lo acompañara  sino que con un pequeño movimiento con la cabeza a modo de reverencia dio a entender que quería estar solo.

-De acuerdo, pero antes de irnos a dormir necesito que hablemos algo del plan – respondió Aramis agarrando el vaso con vino 

-Volveré pronto – contesto el gascón y se marchó de la manera más elegante que hubiese podido hacer.