jueves, 4 de octubre de 2012

Verdades


Capitulo III : verdades
D’artagnan se quedo observando atentamente a Aramis. Sabía de sobra que sus palabras habían causado en el obispo el efecto que había deseado causar. Ahora tenía toda la atención de su amigo sobre él.

-Os vengo ayudar Aramis, os juro – los ojos del gascón se posaron sobre su amigo, y este sacudió la cabeza de lado a lado. Después de todo pensó el ex mosqueteros que era bueno que D’artagnan se hubiera enterado por si solo sobre la aparición de Phillipe  en la puesta de escena aunque estaba seguro que el capitán no sabía toda la verdad.

-Os creo, sígueme

Aramis no agrego nada más antes de comenzar a caminar hacia la entrada de la casa en donde estaban alojados él y sus invitados. Su cabeza estaba dando vuelta en muchas cosas, entre ellas que no podía confiar absolutamente en el capitán de los mosqueteros. D’artagnan no era traidor pero tampoco podría poner él las manos sobre el fuego por su amigo, trabajaba aun para el rey y eso no lo hacia fiable. No quería quemarse si no estaba seguro.

Por su parte el gascón estaba bastante nervioso. Pocas veces en su vida había sentido que su corazón se podía salir del pecho. No era por el hecho de que estaba allí para traicionar a su rey, claro que no, a pesar de estar yendo contra sus propios principios e  ideales, él tenía los ojos bien abiertos y sabía que el monarca estaba arruinando a su pueblo y destruyendo sus sueños de juventud, de servir a alguien digno de la corona.  No era por aquello tampoco porque las circunstancias lo estaban uniendo nuevamente a sus amigos y así formar aquel glorioso cuarteto de mosqueteros capaces de salvar la vida de una reina o mantener la corona a salvo de un rey. No era eso tampoco sino que su corazón latía con fuerza por la adrenalina de saber que allí, en aquel lugar se encontraba Phillipe.

Aramis abrió la puerta de la habitación en donde se encontraban Athos y Porthos.  No cabía duda de que el Conde había mandado al muchacho a  esconderse para que el mosquetero no lo viera antes de tiempo. Si Aramis no colocaba las manos sobre el fuego por D’artagnan, Athos si hubiera podido lo esperaba con la espada desenvainada en la puerta para darle una estocada apenas hubiese podido.

Las miradas fueron crudas al ver aparecer al capitán detrás de la espalda del obispo. Athos echaba fuego por sus ojos, Aramis tenso su mandíbula mientras que D’artagnan cerraba sus puños con fuerza. No iba allí para pelearse pero conociendo el genio de Athos, estaba preparado para frenar a su amigo de un puñetazo si fuera necesario.

martes, 2 de octubre de 2012

El día trae un nuevo aliado

Los rayos del sol habían comenzado a iluminar las chozas de aquella tierra a las afueras de Paris, allí en aquel lugar, se encontraban tres grandes leyendas desayunando.

Cada uno de aquellos hombres había pasado una noche distinta. Porthos con un sueño digno de envidiar, en cuanto él se decidía a dormir, se dormía y no le importaba nada más en el mundo. El obelix podía pasar de estado de ánimos de un momento al otro. Por ejemplo, si hacia escasos minutos atrás se había querido matar todo eso desaparecía en un segundo cuanto apoyaba la cabeza en la almohada, al gran hombre no le importaba nada más que entregarse a Morfeo.

Para el señor de Du-Vallon, el placer de disfrutar del sueño se podía comparar con el de una buena botella de vino.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Noche


Un hombre solitario camina por la oscura noche parisina. Da pasos cautelosos, cuida mucho de no hacer ruido en el jardín real.

-Me faltan piezas en esté rompecabezas – dice él en voz baja, casi un susurró inaudible. 

Está en un monologo interno entre él y sus pensamientos. Preguntas y respuestas, piezas que le faltan para completar el rompecabezas 

Si tan solo supiese que es lo que está pasando a mí alrededor – se muerde ligeramente el labio inferior mientras que una de sus manos presiona su nuca.