-M. D’artagnan –
Había una voz dentro de mi cabeza, un eco a lo lejos que
quería traerme de nuevo a la realidad. A una realidad a la que no había abierto
los ojos aun pero podía sentir aquel dolor de cabeza, había algo que me estaba
bombeando las ideas muy fuertes.
-Por favor M.
D’artagnan abra los ojos – aquella voz lejana sonaba suplicante pero estaba
acompañada de un fuerte remezón.
Quería abrir los ojos, realmente quería abrir los ojos,
luchaba para articular algún tipo de palabra. Aunque sea un si tímido pero
nada, parecía que estaba preso de aquel malestar. Dios como me estaba pesando
la cabeza.