Luego de la noticia y encubierto por una nueva mision estuve ausente de la casa real por unos cinco largos meses, no por ello habia estado ageno a lo que pasaba allí.
Luis XIII cuidaba de la reina más de lo que la había cuidado en los últimos años, sentía celos. Bendito aquel sentimiento que habia mantenido bien alejado de mi ser por toda mi vida. Pero ahora, ahora que habia descubierto que mi corazón latia por alguien , era muy dificil no sentir aquel sentimiento de molestia cada vez que me llegaban noticias de la reina y de cuanto hombre estaba cerca de ella. Era verdad que él era el rey , que él por derecho divno, de cuna y porque Dios lo habia aceptado ante sus ojos, Ana de Austria era su esposa y por ende, ahora mi hijo era el suyo.
Cada vez que pensaba en ello daba un suspiro largo, prolongado y bebia a mi suerte. Cualquiera otro se hubiese hundido en una profuda depresión pero en cambio yo, yo luchaba para destacarme. Tenía un plan en la cabeza, intentaba no quejarme mucho de aquella suerte, porque la verdad era que Ana de Austria habia fijado sus ojos en mi y estaba seguro que su corazón era mio. Esa era mi suerte. Tan bendita y maldita a la vez. Pero volviendo a lo que mi mente pensaba cuando mi corazón no sentia era que de poco , de a poco y quiero recalar aquello, me iba haciendo nuevamente con el nombre de "el gran D'artagnan". Guerra a la que iba , guerra con la que me hacia, quizas no la ganaba pero iba batiendo con cada lucha un nuevo record personal y para mis compañeros.